Hay lugares realmente especiales y la pequeña tienda-taller de Carlo Setti, La Pietra Filosofale es sin duda uno de ellos. Lejos de los focos y sin vidrieras brillantes, es un lugar poco conocido pero frecuentado regularmente, a travès del boca en boca, por actores de todo el mundo en busca de escenarios para los mejores teatros de la comedia artística. Aquí, de hecho, cobran vida máscaras artesanales a medida, verdaderas piezas únicas, con atención al detalle, quizás condensadas, precisamente de esa sustancia catalizadora, símbolo de la alquimia que da nombre al negocio. Como se cree que la piedra filosofal repara materiales, Carlo Setti trabaja el cuero, allí mismo en su taller, combinando formas, colores, dimensiones con la magia de un mago. No dibuja maquetas, parte directamente de las piezas de madera, inspirándose en todo lo que le rodea. Moldes de madera quizás porque su padre, un carpintero, tenía una carpintería en Génova antes de trasladarse a Venecia donde su hijo asistió a la escuela de náutica y gracias a unos amigos se interesò al teatro y acabó estudiando escenografía en la Accademia di Belle Arti. Para ganarse la vida, empezò con una pequeña venta al por mayor de máscaras de papel maché, pero con el tiempo se fue refinando con el cuero gracias también a la animación en escuelas y manicomios y recorriendo Italia como titiritero. En su tienda se puede respirar el olor de las personas que conoció durante sus viajes y los libros que leyó: un enjambre de máscaras de cuero autèntico, hechas de manera tradicional que representan personajes famosos y figuras de la tradición del carnaval veneciano. Lo divertido, sin embargo, es también crear otros rostros escénicos porque para este maestro de otros tiempos es una alegría proponer a cada uno el personaje más expresivo a través de máscaras enriquecidas con los materiales más extraños como plumas, hojas, tejidos y cualquier otra inspiración ofrecida por la imaginación.
La Pietra filosofale de Carlo Setti
San Marco 1735, Frezzeria