Francesco Grimaldi, nacido en 1969, es un restaurador integral, un ecléctico artesano y artista, que inició su carrera profesional con la pintura. Su madre era profesora y académica de arte vinculada por una estrecha y gran amistad, verdadera madre putativa, con la artista vienesa Ilse Bernheimer (Viena 1892 - Venecia 1985) que vivió y trabajó en la casa de artistas Tre Oci en Giudecca, es aquí donde Francesco se convirtió en su alumno desde la infancia y aprendió de la "tía Ilse" los conceptos básicos y visiones de la pintura y las técnicas generales del arte y, en particular, los referentes artísticos de la secesión vienesa. Tras el bachillerato artístico Don Gino Bortolan, director del museo diocesano de Sant'Apollonia, que siempre había frecuentado a la familia y conocía a Francesco desde su nacimiento, lo introdujo a los veinte años en el laboratorio de restauración de Sant'Apollonia dirigido por el maestro Maximilian Leuthenmayr, especializado en la restauración de madera, galardonado con el premio Torta y otros importantes reconocimientos por la restauración. Inmediatamente hubo un fuerte vínculo entre Maximilian y Francesco, inicialmente para aprender las técnicas que se utilizarían en pinturas y cuadros, pero pronto y simultáneamente con sus estudios de arquitectura, Francesco se convirtió en un colaborador cercano de su maestro ya en 1991 y en 1999 se convirtió en el propietario del laboratorio, taller que Leuthenmayr pasó al alumno, dandole continuidad. En más de treinta años de experiencia ha adquirido un profundo conocimiento de todas las técnicas antiguas útiles para la restauración del patrimonio cultural trabajando en: trabajos de madera, tablas, lienzos, frescos, elementos de piedra y fachadas y edificios completos. Ahora domina los métodos de trabajo con mármol, yeso, marmorino y estuco; los aglutinantes, los pigmentos, las temperas, los estilos y métodos de tallado en madera, combinados con nuevas técnicas y metodologías, se convierten en lenguaje y vida. Es un artesano que trabaja y hace arte, es particularmente hábil en el manejo de policromías, utiliza técnicas ancestrales como la caseína (proteína de la leche), témpera de huevo y aceite, como aglutinantes de los pigmentos del bolo, un compuesto de arcilla gruesa y muy fina utilizada en el dorado gouache, una de las técnicas más antiguas y difíciles, utilizada desde 1200 por los grandes artistas italianos y europeos. En arquitectura conoce y utiliza técnicas que van desde la albañilería hasta los acabados en mármol; una enorme riqueza de habilidades y maestría empleada tanto en la restauración de bienes culturales muebles (transportables) como inmuebles (edificios y obras directamente en el sitio), desarrolla los proyectos de competencia y sigue y dirige las obras de construcción y los diversos trabajadores, sin olvidar nunca la pintura compañera de toda la vida.