Después de graduarse en Arquitectura en 1996, Stefano Coluccio decidió continuar el negocio artesanal familiar, iniciado por su abuelo materno, el tallista Emilio Canestrelli, y continuado por su madre Manuela. Hoy su taller-laboratorio, a dos pasos de las Galerías de la Academia, es un poco más pequeño que el histórico, pero continúan fabricando espejos sofisticados y elegantes, producidos con técnicas artesanales ancestrales, que se convierten en verdaderos objetos de decoración modernos. Realizados íntegramente a mano y en lo que respecta al marco, con las técnicas del dorado gouache, estos espejos son mayoritariamente convexos (tradicionalmente corresponden a una porción de la esfera mágica utilizada por las brujas) y desde la antigüedad fueron considerados el amuleto de la suerte de la casa, protección para sus habitantes. En los países de habla francesa, se les conoce como "oeil de sorcière" o sea ojos de bruja. También se denominan "espejos de banquero" debido a su capacidad para reflejar un ángulo de visión mucho mayor que un espejo normal, una característica que los hace particularmente adecuados para controlar espacios que no son directamente visibles para banqueros, cambistas y orfebres. Los espejos de Stefano Coluccio son todos diferentes unos de otros, por sus materiales, sus diferentes tonalidades cromáticas y su diferente capacidad de reflexión.