Dar un paseo en góndola es una experiencia que no debe perderse. No temas el coste (unos 80 euros por 30 minutos durante el día, un poco más caro por la noche) pero también caben hasta 6 personas, y realmente merece la pena.
Crea una emoción privilegiada pero, sobre todo, permite a quienes no tienen un barco experimentar Venecia desde una perspectiva completamente diferente, única y característica: desde el agua en lugar de desde tierra firme. Los venecianos tienen, de hecho, dos mapas de orientación de la ciudad: a pie y en barco.
Con solo tomar un vaporetto se puede apreciar la simplicidad y la velocidad en comparación con caminar, pero la góndola tiene la ventaja de deslizarse silenciosamente por los canales más estrechos, abriendo perspectivas que de otra manera serían imposibles en las fachadas principales de los edificios que dan a los canales, perspectivas que sus constructores favorecieron. la vida de la ciudad es más marina que terrestre.
Grandes ejercicios de destreza permiten a los gondoleros orientar y avanzar las góndolas (m¡de 11 metros de largo!) Con un solo remo y la fuerza de los brazos, sin atascarse, superando obstáculos, como hábiles acróbatas.
A pesar de ser el emblema más turístico, la góndola vive gracias a una cadena de habilidades artesanales ligadas a la tradición marinera. Squerarióli, fondidóri, intagiadóri, tapessièri, caleghèri, remèri, fravi, baretèri, battiloro e indoradóri: cada embarcación tiene su propio papel en el montaje especial del icónico barco.
Son unas 280 piezas que lo componen con diferentes funciones: estructurales (como el casco en abeto y alerce y roble ensamblado por el squerariòl), funcionales (como los remos y forcole, en nogal, hecho por remèr) o ornamental-decorativa. (como el cavàì, o los caballitos de mar colocados en la parte central a los dos lados de la góndola).
Estos, hechos de latón y bronce, en la única fundición que queda en Venecia, son fundidos "en estribo", una técnica muy antigua, y luego hechos a mano en el taller. Objetos para montar (pareciàr) el barco para todos los usos: desde góndolas-transbordadores hasta los para bodas, desde gondolas de regata hasta góndolas para servicios turísticos. El felze, ya en desuso, era la cabina desmontable que permitía resguardar a los pasajeros en invierno, de noche o en caso de lluvia y viento.
Algunos squeros (astilleros donde también se construyen otras pequeñas y medianas embarcaciones) pueden estar disponibles para organizar visitas para que la gente aprecie las técnicas de construcción. Algunos son fácilmente visibles desde el exterior, por lo que se puede navegar sin molestar con, quizás, cicchetti y un aperitivo (siempre hay un bacaro cerca) y luego un gondolero, para dar otro paseo ... ¡en góndola!